Arte limpio
Clermont-Ferrand, FranciaEl artista conceptual croata Cybor Moskovitch perpetró durante todo el día de ayer su última performance titulada “ducha” en la localidad francesa de Clermont-Ferrand.
Los medios, citados dos horas antes de iniciarse la intervención del artista, en el baño de la habitación 142 del hotel Palais, fueron informados de la misma en estos términos: “Se trata de un acto de extrema toma de conciencia sobre la incomunicación humana”.
El artista explico a los periodistas, entre los que se encontraba este corresponsal, que se disponía a duchar ininterrumpidamente durante 24 horas, siendo grabado por varias cámaras de vídeo cuyas imágenes servirían de fondo visual para una posterior instalación del artista en una galería de Suiza.
El artista asimismo explicó que usaría concienzudamente esponja y jabón durante toda la performance y no se limitaría a estar únicamente bajo el chorro de la ducha. Su intención, en palabras textuales, era: “vindicar el proceso objetual de la búsqueda del aislamiento total como fenómeno.” A tal efecto el artista tuvo a su disposición un total de 16 litros de jabón y cinco esponjas exfoliantes.
Un año antes el artista había intentado realizar la misma performance en Croacia pero tuvo que abandonar a las seis horas tras que cortaran el agua a causa de unas obras de acondicionamiento en los colectores.
Esta vez nada, a priori, iba a fallar, y el artista, que atendió a la prensa en albornoz, se desprendió de él y se introdujo desnudo en la ducha. Las cámaras empezaron a grabar. Tras unos instantes en los que Moskovitch graduó la temperatura del agua que ya caía, se puso bajo la ducha y comenzó a aplicarse el jabón en la cabeza y a frotarse con la esponja.
El croata que se había preparado durante las dos semanas previas, tenía calculado el tiempo que debía emplear en cada parte del cuerpo en función de la sensibilidad de ésta.
Al equipo de colaboradores habituales del artista se había incorporado un doctor especialista en dermatología que comentó con los periodistas que, no sería demasiado meritorio si no fuese por el uso continuado del jabón y las consecuencias que podría tener un cambio tan radical en el ph de la piel. El doctor declaró que el artista corría el peligro de adquirir una textura de la piel cercana a la del celofán, que le duraría varios meses.
Por otra parte, la agente del artista, alabó el talento de su representado y advirtió que lo realmente duro sería aguantar durante tantas horas un chorro continuo de agua sobre la cabeza. Calculó que sería similar a estar durante dos horas sin paraguas bajo la mayor lluvia de granizo de la que se tiene referencias, y que se dio en 1487 en Toledo, España, la que según los textos históricos provocó la conversión de más de doscientos judíos sefardíes.
Las horas pasaban y el croata demostraba, con el rigor y la fuerza con la que se frotaba el cuerpo, un absoluto compromiso con su obra.
Los periodistas nos fuimos turnando para hacer el seguimiento de la performance, y las conversaciones que sosteníamos tanto dentro como fuera del hotel versaban sobre la duda relativa a si el artista sería capaz de conseguirlo.
A las dieciséis horas saltó la alarma al reaccionar el artista de modo imprevisible; todos los presentes temimos que el continuo golpeteo del agua sobre la cabeza de Moscovitch le hubiese provocado una alteración de tipo cognitivo. El hecho es que el croata empezó a cantar de forma desaforada y dejó de responder a las preguntas sobre su estado que hacía de forma periódica la agente del artista. En ese momento pensamos que el artista había perdido la noción de la realidad, pero fue una falsa alarma y tras unos minutos de desconcierto, la situación volvió a la normalidad.
Las horas pasaron y el cansancio comenzó a hacerse presente en el artista, que con sus gestos demostraba sentir dolor y fatiga.
A pesar de ello continuó porque ya quedaban escasamente dos horas para terminar. Dos horas que se hicieron eternas viendo como el artista se frotaba con la esponja entre los dedos de los pies. El resto del cuerpo estaba enrojecido y arrugado.
Todos animamos al artista cuando sólo quedaban ya 20 minutos. Éste, con un brazo y una pierna adormecidos, al oír los vítores pareció recobrar algo de vigor en sus movimientos. La agente, al borde del sollozo, contemplaba emocionada la escena.
El artista lo iba a conseguir, el reloj se acercaba al momento final, y todos los presentes cantamos la cuenta atrás, los últimos 10 segundos. El artista lo consiguió y todos aplaudimos mostrando nuestra admiración.
Moskovitch, agotado y aturdido salió de la ducha entre nuestras felicitaciones, pero por el cansancio su paso no era firme, y al poner el pie húmedo y arrugado en el suelo de baldosas, resbaló y cayó al suelo.
El artista se rompió el codo, pero desde el hospital donde se recupera, afirma que valió la pena.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home