El mundo según Fritz
Lugano, SuizaEl filósofo vienés Helmut Fritz debía ser la sensación de las jornadas sobre “Filosofía y Vida” en el tercer Congreso de Filosofía Aplicada de Lugano y no defraudó.
Se esperaba con curiosidad su conferencia en salón principal del Hotel La Parrala de la localidad suiza.
Era la primera vez que el intelectual, famoso por sus libros apocalípticos, hablaba frente a un auditorio. Es conocida y proverbial su fobia a las apariciones públicas y los medios de comunicación, pero en esta ocasión parecía ser que el vienés, único habitante de una isla perdida y abandonada de la Micronesia, quería hacer una aparición estelar. La expectación era máxima y el número de medios de comunicación acreditados para seguir la intervención del famoso misántropo era inhabitual en actos de estas características.
Fritz en multitud de libros y artículos ha formulado su idea “ultranegativa” de la condición humana.
Fue portada de los principales periódicos cuando afirmó en un artículo que era necesaria una tercera guerra mundial, “...a poder ser definitiva.”
En otro artículo afirmaba que la única solución ontológica era exterminar a todos los humanos.
Los principales expertos en Fritz han señalado que su actitud es intencionada, y más allá de su nihilismo, el vienés busca una catarsis colectiva a través de sus sentencias incendiarias. Siempre se ha señalado que la ironía y a veces el sarcasmo, como en su libro “Basura Humana”, eran instrumentos que el filósofo utilizaba para sacudir la conciencia de todos nosotros.
El filósofo francés Marcel Marcel se ha referido últimamente a Fritz como “un tigre de papel escrito con cicuta y metido en el sobre de una carta a los Reyes Magos”. Esta definición fue contestada hace unas semanas por el propio Fritz con una amenaza de muerte explícita en la revista en la que Fritz suele publicar. A la amenaza Marcel respondió afirmando que con ese gesto, lejos de mostrar odio, Fritz pretendía “ensalzar el valor máximo de la vida y reconocer el orgullo de sentir como propio el sufrimiento ajeno al desear la muerte del otro.”
Se cree que el vienés decidió finalmente aparecer públicamente en la conferencia de Suiza tras esta revisión interpretativa de su obra por parte de autores, entre los que se encuentra Marcel, que matizan el discurso de Fritz y aseguran que el autor vienés es un actual exponente de un nuevo humanismo.
El director teatral búlgaro Valeri Paulov, que convirtió en un exitoso musical el ensayo de Fritz “Os odio a todos”, y que fue demandado por el autor, ha afirmado recientemente que leer a Fritz le salvó de la depresión y de un posible suicidio.
Las interpretaciones de la obra de Fritz consideran que, lejos de odiar a la humanidad el filósofo se ha mostrado como una figura paternal capaz de ser riguroso y a veces cruel con aquellos a los que ama.
Fritz no está de acuerdo con todas estas interpretaciones de su obra y así lo demostró durante su conferencia en Lugano.
Nada más entrar en la sala, Fritz, un hombre cercano a los setenta años, extremadamente delgado, de apenas un metro sesenta de altura y tocado por una abundante maraña de pelo blanco, dejó clara su desaprobación con los aplausos de los presentes que saludaban su entrada. Fritz escupió y dio patadas a todo aquél que se le acercaba con un ejemplar de uno de sus libros con intención de que el moderno anacoreta se lo dedicase.
Abofeteó a una niña a la cual la organización del evento había encargado acercarse a aquel hombre y entregarle un ramo de flores. Desorbitó los ojos y emitió gritos agudos e incomprensibles hasta que pudo llegar, abriéndose paso entre codazos, a su sitio en la mesa de la ponencia sobre el escenario. Todos seguían aplaudiendo, los escupidos casi con más entusiasmo, y Fritz parecía estar a punto de estallar de ira.
Lo primero que dijo el filósofo nada más cesaron los aplausos fue: “Quiero que quede claro, lo único que deseo es que esta porquería de planeta estalle en pedazos. Odio a la gente, ¡os odio!, ¡os odio!, ¡os odio!” Antes de poder terminar, sus gritos desaforados fueron acallados por una estruendosa ovación, a lo que Fritz respondió lanzando con fuerza el cenicero de cristal que estaba encima de la mesa a la audiencia. Marcel Marcel que estaba presente entre el público recibió el impacto y le tuvieron que aplicar quince puntos de sutura en la frente. Marcel declaró a este corresponsal en el hospital lo siguiente: “Es emocionante cuando un hombre como Fritz se expresa de una forma tan intensamente humana, y sus gestos y actos no hacen mas que demostrarlo. El cenicerazo que me ha metido en toda la frente es un acto en potencia de la inmensidad de su amor por lo humano. Es el nuevo humanista. Estoy mas convencido que nunca.”
Fritz no dejó de insultar a todo aquél que se le acercaba pidiéndole un abrazo. En un acto de desesperación el vienés lanzó su silla contra la ventana rompiéndola en añicos, después volcó la mesa rojo de ira y abandonó la sala abriéndose camino ahora entre puñetazos.
No se supo más del filósofo que desapareció entre el gentío y se cree que debe haber vuelto a su isla desierta.
Los organizadores del congreso se han felicitado del éxito de la convocatoria y en un comunicado de prensa han asegurado que la intervención de Fritz marcará un nuevo paradigma en filosofía, así como un modelo innovador para las relaciones humanas.
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