lunes, marzo 27, 2006

Extraño diluvio.

Bohemia, República Checa.

Las autoridades checas declararon finalizado el estado de alerta máxima que afectaba a una pequeña zona del sur de Bohemia donde se produjo un extraño fenómeno.
Los habitantes de los pueblos comprendidos en un radio de 70 kilómetros en el sur del país pasaron tres días de pánico y desconcierto. La mayoría de ellos encerrados en sus casas.
Todo comenzó el mediodía del miércoles pasado cuando un paraguas cayó desde el cielo clavando su alargada punta de acero en un saco de nueces que un vendedor mostraba en el mercado del pueblo.
En un primer momento todos los testigos, creyeron que habían lanzado el paraguas contra alguien, acertando por error en el saco. En ese mercado suelen haber riñas y discusiones sobre el precio al que ponen los productos unos y otros, y en ocasiones las autoridades han tenido que intervenir. Pero nunca había pasado nada más que algunos mordiscos y estirones de pelo.
Cuando los presentes, lanzándose acusaciones infundadas unos a otros, exploraban los alrededores de la plaza para descubrir al responsable, decenas de paraguas comenzaron a caer desde el cielo, destrozando paradas, cristales y coches.
La gente, despavorida corrió a refugiarse.
Los paraguas caían sin parar. Eran de tela negra, con empuñadura de madera noble y punta de acero de unos diez centímetros. Casi todos, a cusa de la inercia y algunas leyes de la física, caían de pie, con la punta de acero por delante, lo cual hacia todo aquello más peligroso.
Los adoquines del suelo se partían, el ruido de los golpes era ensordecedor, los tejados re rompían y las familias asustadas se abrazaban temblorosas mirando al techo de sus maltrechas viviendas.
La lluvia de paraguas no cesaba y los destrozos que provocaba eran cada vez mayores.
En un radio de 50 kilómetros, los paraguas caían sin cesar del cielo.
Los ayuntamientos afectados por la sorprendente lluvia pidieron ayuda urgente a las autoridades estatales.
El ejercito se desplazó esa misma noche, pero al ver la situación dieron media vuelta y volvieron por donde habían venido. En su disculpa dijeron que no estaban preparados para algo como aquello y que no podían montar un campamento en la zona porque sus tiendas eran de lona.
Ante la imposibilidad de evacuar lo pueblos afectados, se recomendó a los vecinos que no saliesen bajo ningún concepto de sus casas mientras continuase lloviendo.
Jaroslav Haaske, un jubilado de 67 años que desde hace 40 tiene la costumbre de bañarse cada día en el río, no faltó a su cita vespertina con el baño en las frías aguas, a pesar de las advertencias que sus vecinos le hacían a gritos desde las ventanas.
Haaske, haciendo caso omiso, salió como cada día de su casa dispuesto a bañarse en el río. Al ver que llovía decidió coger el paraguas pero por lo demás actuó como si nada pasase. Al llegar, se encontró con un cauce cubierto de paraguas negros que bajaban por las tranquilas aguas en las que no tardó en meterse mientras los paraguas caían peligrosamente a su lado.
La lluvia continuó el día siguiente, causando destrozos en todas partes. Los paraguas se acumulaban en las calles.
El palacete del Archiduque Alberto, famoso por su espectacular bóveda acristalada, no se vio afectado, pero varias iglesias románicas se tendrán que reconstruir.
Nadie podía dar una explicación satisfactoria al extraño suceso de la lluvia de paraguas. Los estudiosos de la meteorología afirman que las leyes de la condensación no pueden explicar el fenómeno, tampoco los físicos encuentran una razón.
Mientras se hacían conjeturas sobre las causas de aquello, la lluvia fue disminuyendo durante la tarde del segundo día. Aún así continuaba siendo peligroso salir a la calle por lo imprevisible de la caída de los paraguas.
Al amanecer del viernes los paraguas ya no caían y era el momento de hacer recuento de los destrozos.
Desde la segunda guerra mundial la zona no había sufrido unos daños tan graves.
En esta ocasión no hubo que lamentar heridos, pero los desperfectos en los pueblos del área afectada tardarán en repararse.
En relación a la explicación del extraño acontecimiento, probablemente tenga relevancia la noticia de agencia que se difundió desde Alemania, en la que se relataban los destrozos que habían provocado un ciclón que se había formado en el norte del país y que había arrancado el techo de la mayor fábrica de paraguas del norte de Europa.