viernes, abril 21, 2006

Imprudencias inducidas

Samsun, Turquía.
En la ciudad portuaria de Samsun, al norte de Turquía, un profesor de autoescuela ha sido condenado a seis meses de arresto y la retirada del carnet de conducir, por intentar repetidamente causar accidentes de tráfico al dar a sus alumnos instrucciones malintencionadas durante las clases de conducción.
Tarik Mustafá reconoció durante el juicio celebrado el pasado martes, que a conciencia dirigía a sus alumnos hacia calles en contra-dirección , pasos a nivel sin barrera, y precipicios.
Mustafá, que presentó informes médicos al juez según los cuales había sufrido una grave depresión a cusa de su reciente divorcio, aseguró que su intención era suicidarse, y que aunque lo había probado en algunas ocasiones, nunca se había atrevido a llevar sus intenciones a cabo, “por falta de valor” según él mismo.
Dirigiendo a sus alumnos hacia situaciones peligrosas mientras impartía las clases de conducción, Mustafá evitaba el terror que le provocaba la idea del suicidio, sustituyéndolo por la imprudencia temeraria y el deseo de causar un accidente de graves consecuencias.
El profesor reconoció ante el juez que sentía una especie de “ambigüedad emocional” en relación al papel que hacía desempeñar a sus alumnos en sus desesperados intentos de matarse a si mismo. “Lo sentía por ellos, pero, un accidente mortal lo podían tener igualmente sin mi. En definitiva la función de un profesor de autoescuela es poner a sus alumnos en situaciones reales” dijo en su defensa el acusado.
Varios de sus alumnos desfilaron ante el juez. Todos declararon que no sospechaban de las intenciones de su profesor, de hecho, la mayoría pensaba que Mustafá les hacía afrontar situaciones peligrosas para ponerles a prueba y afianzar más las nociones de prudencia y seguridad al volante.
Uno de sus alumnos explicó que en cierta ocasión, Mustafá le hizo salir de la carretera y dirigirse hacia el borde de un acantilado, cuando llegaron el profesor le indicó que siguiese recto. El alumno se rió pensando que bromeaba cuando Mustafá le suplicó que lo hiciese, el alumno se volvió a negar y el profesor desesperado, le suplicó sacando una cuerda de la guantera que por lo menos le estrangulase con ella.
En otra ocasión el profesor pidió a una alumna que aparcase en medio de las vías del tren, la alumna le hizo caso pero como era inexperta dejó el coche a una distancia tal que cuando pasó el tren, los únicos daños que provocó al coche fueron unos arañazos en la carrocería.
Cuando el martes en la sala del juzgado se dictó sentencia, Mustafá pidió al juez que la reconsiderase y le pidió que le condenara a muerte. De nuevo Mustafá no tuvo suerte ya que en enero de 2004, Ankara firmó en Estrasburgo un protocolo de la Convención Europea de Derechos Humanos sobre la abolición de la pena de muerte en todas las circunstancias, incluso en tiempos de guerra, como requisito para una probable ingreso en la Comunidad Europea. Un año antes Turquía ya había abolido la pena de muerte en tiempos de paz. Sólo se le podía condenar por un delito contra la seguridad vial.